26.7.10

Imagina esto…

En serio, inténtalo… te estoy hablando, no sólo es un título. Sólo cierra los ojos he imagina… mejor dicho, sólo escucha… es intermitente, su caída, el cuerpo que lo envuelve, se junta, se forma y si estás más atenta encontrarás la diferencia… ahora calla, no respires, siente como tu cuerpo intenta sentir lo que quiero decirte, lo que quiero que sientas, no sólo es su sonido, sino el contenido y la forma que se va creando. Pon atención, sabrás de dónde proviene, ahora continúa con tu sensación, hazle caso a tu cuerpo… la puerta en color blanco viene a tu mente, es la misma, sólo que ahora lleva una grieta entre sus venas, la mancha de café sigue intacta, en aroma y potencia, con su inocencia y gritos, giras un poco, abres con la incertidumbre de la sorpresa pero no te detienes, aguantas la respiración, cierras los ojos y tu pie derecho obedece al placer, no a ti, por ello, te otorga el primer paso, la primera sensación sónica que tanto te habías reservado para el grito final, un segundo paso le continua y el crujido de los pasos sigue retumbando en tus oídos, ¿reconoces ese sonido?, mudo y sórdido ante tu andar… ándalos, continua unos cuantos pasos más, sabes que el murmullo se presenta a la izquierda; ten cuidado con la astilla con la que alguna vez te tropezaste, recuerda que tus gritos y lágrimas me tuve que sorber entre risas frívolas que me caracterizan y que te alteran; alzas el pie, me escuchas pero no dejas de sentir, tu curiosidad es tan amplia como el espectro emocional que cargamos; llama tu atención el reflejo de tu rostro que te encuentra en el espejo sobre la cabecera de la cama, el negro que lo enmarca y el olvido que refleja… Te detienes, sabes el camino pero te detienes, no soportas la atmósfera que te embarga y avanzas acelerando tu paso hasta que un libro, no importa el título siempre fue uno diferente, te detiene, el cuerpo se te dobla, desfallece, te acercas lentamente, la rodilla derecha en la duela y el brazo izquierdo intentando tomarlo, ambos tiemblan y se vuelven lentos sin tiempo, uno de tus dedos intenta tocarlo pero la carga de las letras retumban en tus oídos sobresaltándote; sacudes tu cabeza, te llevas las manos al rostro queriendo limpiar el sudor que no existe y volteas buscando lo que sabes no encontrarás, porque aún no termino de escribir…. Todo sigue en su lugar, o al menos así lo parece, a la izquierda se encuentra el closet de los momentos, la ropa que nunca hizo falta; giras lentamente hacia la derecha y una perspectiva del espejo que nos reflejo te escupe sólo tu rostro; frascos, pomos y olores particulares te invaden los pulmones, te levantas con gran esfuerzo y rodeando la cama negra con la funda amarilla te diriges hacia lo que llama tu atención; una lágrima de tu ojo izquierdo resbala por tu mejilla e intentas secarla, aunque no lo logres, los números del frasco y la imagen que te proyectan se mezcla con ella, respiras profundo e intentas contenerte, es un símil de mi aroma. El frasco cae y los trozos que salpican tu dolor te hace reaccionar, la soledad de tu rostro te observa desde el interior del espejo; lo siento… se me olvido sacarlo… te volteas con gran rapidez, observas a uno y otro lado en busca de algo que te haga aferrarte o sentirte parte de este espacio. El brillo de un título te deslumbra, reconoces la imagen, asomaba del bolsillo trasero de mi pantalón junto a una fuente en una ciudad que no nos pertenecía, noctámbulamente algunas de esas letras han perpetrado tus sueños, ahora con gran ímpetu corres hacia ellas, intentas buscarlas, pero la página en blanco te ciega, solo se escucha el sonido del libro al caer, seco, sin sentido, sin palabras y sin letras. Sólo entonces callas, guardas silencio total, dejas de ser y tus pupilas se dilatan, tu respiración se tranquiliza, el miedo lo interiorizas, el grito guarda su intensidad en tu boca y las manos con sus caricias se desperdigan por la sábana, la duela y parte de tu cabellera. Intentas tranquilizarte, pero el continuo de ese sonido que te trajo hasta acá sigue retumbando en tus oídos, ahora lo sientes. Tus ojos se fijan en el hilo de un color intenso que no puedes descifrar, pero que tan poco es tu fin, lo sigues con sigilo, lentamente, con respiración cortada, su camino perfecto baja lentamente, te muestra cada parte que ha sido dañada, te asombra la perfección del hecho, incluso piensas que es parte de una práctica constante, de un sentimiento inalterable, eres tú a la perfección. El sonido urbano rompe el silencio, las persianas azules se vuelven un péndulo y, entrecortadamente, ceden el paso a una luz casi indescifrable, es entonces cuando tu rostro gira y puedes observar y sentir esa emoción que aún nos carcome y que me lleva al final de las letras, tu rostro refleja pánico, desesperación e impotencia, cada recuerdo te ha llevado más de lo debido; el sonido se vuelve más intenso, constante, monótono, comienza a tomar forma, color y cuerpo, el dedo contiene los decibeles y los líquida a su propio ritmo, te sientes húmeda, pero ahora, todo comienza en tu rodilla, la cual pusiste en el suelo nuevamente, solo que ahora es la izquierda, el pantalón que tanto me gusta comienza a cambiar de color, tu rostro se transforma y el grito se ahoga en las lágrimas, el olvido se transforma, te observas en reflejos que no vienen de espejos, las paredes blancas intensifican el dolor y mis letras llegan al final que se ven reflejadas en tus ojos que intensifican el color rojo carmesí,... de la última gota de sangre que cae.

Olvido

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