17.3.10

Beck: Oar




Un poco de historia: Oar es un excelente disco del señor Skip Spence, el cual solía tocar con bandas como Jefferson Airplanes y Moby Garpe allá por los años 60's. Una de las cosas que marcan a este hombre no sólo es su gran música que nos dejó, también el de que su carrera entera estuviera plagada por sus problemas de drogadicción y esquizofrenia.

Ahora bien, ¿cuál es la relación con este hombre? Bueno, algunos de ustedes ya saben que el señor Beck y su Record Club, se ha dado a la tarea durante los últimos 5 meses de recrear discos en su totalidad con amigos invitados dentro de un estudio en un sólo día entero. Y por qué no, es tan simple, llamo a mis cuates y hacemos un disco en un día, que no, jajaja

Como era de esperarse, Beck ahora le rinde tributo a uno de sus ídolos, Skip Spence. La primer canción de este proyecto es "little Hands" que es el tema con el cual abre el disco de Oar. Dicha pista a pesar como una rola navideña nos abre los ojos a una nostalgia de Skip Spence respecto a su niñez y lo que parece ser una alucinación proveniente de la esquizofrenia. El álbum en sí me recuerda a Moder Guilt de Beck y ahora puedo ver de dónde viene gran parte de su inspiración. Al escuchar ambas versiones, tanto la original de Skip Spencer como el cover de Beck, es fascinante observar el entendimiento de Beck y los artistas quienes colaboraron para Oar.

No suficiente, en todo el disco encontramos grandes colaboraciones (los cuates de Beck, jaja) como la hermosa y consentida Feist, Jaime Lidell, Jeff Tweedy, Spencer Tweddy (hijo de Jeff y colaborador de baterías adicionales), James Gadson, Glenn Kotche, Jhon Stirratt, Nels Cline, Pat sansone, Mikael Jorgensen (como pueden ver la alineación completa de Wilco), Brian Lebarton y Nigel Godrich (Radiohead). casi nada, así que no duden en escucharlo con sumo cuidado.

Claudio Magris: Así que usted comprenderá.


Al escuchar el disco de Anaís Mitchell (Hadestown) irremediablemente me viene a la mente un libro que se incorpora de manera extraordinaria a este contexto mitíco y, tanto disco como libro, pueden otorgarnos una atmosfera órfica completa.


Hablo del libro de Claudio Magris: "Así que usted comprenderá" editado por Anagrama y que en 53 páginas contemporaliza y otorga su propia versión del mito de Orfeo. Con una narración extraordinaria en la que nos imagnamos por completo una especie de monólogo de la propia Eurídice contemporanea, de su Eurídice, dejando de lado la imagen o voz masculina del autor. Leemos como esta nueva Eurídice rechaza la oportunidad de regresar al mundo de los vivos a pesar de que su esposo logra obtener el permiso que jamás se había concedido. Una nueva forma de saldar cuentas al tiempo que no sólo recuerdan ciertos momentos, incluso, se viven. Esto puede parecer una novela romántica, pero dista mucho de ello, tiende a mostrarnos el lado objetivo del ser humano, tiempo que hace una reinterpretación de signos y símbolos que van forjando la identidad.


Como dato extra, esta obra puede representar una autobiográfia de Magris al perder a su esposa poco antes de empezar la misma, por lo que es el ejemplo claro de que algunos mitos simplemente son parte de una realidad, o viceversa.


"...él no se habría tomado el tremendo trabajo de venir hasta aquí adentro, hasta aquí abajo; algo como para ponerle los pelos de punta a cualquiera, de hecho ningún otro hombre se ha atrevido jamás - sólo él, por mí, por mí que no soy una flor que coger, decía, sino una llama en la que calentarse el corazón o incluso abrasárselo, un vino áspero y dulce que le quitaba la sed y le dejaba con cada sorbo una gran sequedad, un gran verano... Le enseñé yo a todo, a permanecer mucho rato en mí, antes y después, a esperar que le permitiera, que le ordenara correrse, y a todo lo demás. Cuando hacíamos el amor, era como un mar, una gran ola que se mece, se eleva, se hunde y rompe en la orilla; él sin mí todavía sería un niño, alguien que hace el amor lo mismo que se suena las narices, no un hombre." (Magris, Así que usted comprenderá)

Anaís Mitchell: Hadestown


Despues de que en el 2006 Anaís Mitchell estrenará su opera Hadestown, la cual está basada en el extraordinario mito de Orfeo, 4 años después lanza Hadestown el cual es un álbum conceptual, pero se comporta más como el soundtrack de un musical de Broadway que no existe. Vendido como una ‘Ópera-Folk’ por la misma Mitchell, es una pieza narrativa fácil de seguir, que cuenta el ya conocido mito de manera clara y nítida.


El álbum funciona de manera orgánica de principio a fin. Algunas canciones sacadas de su contexto, como la homónima Hadestown, pueden ser demasiado teatrales. Sin embargo, los momentos aislados de los invitados son canciones increíbles. El disco viaja por el folk, bluegrass y algo de jazz de manera fácil además de que tiene el encanto de lograr que sonidos viejos suenen extrañamente innovadores.


El elenco es extraordinario ya que colaboran Justin Vernon (Bon Iver, sí aquel que cuando lo dejo su novia se fue a refugiar a una cabaña y como resultado nos entrego un grandioso álbum), en el papel de Orfeo, Ani DiFranco como Perséfone, Greg Brown, como Hades, Low Anthems (Ben Knox Miller) en el papel de Hermes, así como The Handen Triples interpretando a las dulces ninfas y, por supuesto, Anaís Mitchell a la gran Eurídice.
Escuchese mientras se lee el libro de Claudio Magris: Así que usted comprenderá

Engañado por Murakami.


Como había dejado ver entre líneas, aún entre sueños, mi primera actividad es coger uno de los libros que se ubican al costado de mi cama, esencialmente uno de cuentos, y darle lectura a uno sólo de ellos, esto permite enfrentarme a la cotidianeidad no sólo con mi carga emocional, sino reforzada por algún personaje que me provee tal o cual actor. Sin embargo, hoy día el cuento (si se puede llamar así) no ha cumplido dicha función, por el contrario, siento un dejo de engaño y coraje, sobre todo por mi admiración, fascinación, complicidad e identificación con el autor, y sobre todo con sus historias.


Hablo del maestro Haruki Murakami, que si bien me resulta más atractivo como novelista que cuentista, no quiere decir que me haya sentido engañado anteriormente, simplemente dentro de su libro Sauce Ciego, Mujer Dormida encontramos varios fragmentos o historias que, si se conoce su obra, inmediatamente remiten a tal o cual libro, se ubican perfectamente y esto no sólo por experiencia propia, incluso el mismo Murakami hace mención de ello.

El problema radica, y no implica que mi deseo constante por seguir su obra disminuya, en que el cuento "Luciérnaga" no nos remite a una de sus novelas, pero tampoco resulta original, puesto que es un extracto de la novela misma, nos referimos a su excelente y hasta ahora favorita novela de Tokio Blues. Norwegian Wood, Sí a la incomparable Naoko y al buen Watanabe. La sensación que uno tiene durante la lectura de La Luciérnaga es el de abrir la novela al azar y releer un fragmento de la misma, porque ni siquiera puede decirse que es un resumen de la historia, ya que uno sabe perfectamente lo que acontece, en qué momento y lo que continua en la Tokio Blues. Quizá si no se ha leído la novela tendría otro significado, sin embargo, tampoco se puede engañar a tal grado a sus propios seguidores, sensación que me invade y me ha catapultado de la cama misma en busca de algún aliciente.