Hoy me di cuenta que una letra puede llevarse de un lugar a otro con todo el cinismo que la embarga, no importa de quién o de cómo venga, la responsabilidad de ésta se le puede generar a uno u otro par de ojos sin importar que esos ojos sepan el origen de la misma.
Hoy me di cuenta, justo cuando volteo al cielo dentro de mi habitación, que la letra se quedo muda.
Hoy me di cuenta que las letras no tienen sonido, sólo se sienten, y esto se potencializa cuando uno le imprime la carga, no a la letra, sino a la marca que la hace o por la que se creó.
Hoy me di cuenta de las letras que he pisado durante el día, hasta que la suela de mis tenis reclamaron su cansancio, entonces, las que cayeron en mis hombros replicaron, gritaron y se unieron a las de mi cabello para que me diera cuenta de que continúan alimentándose de mí.
Hoy me di cuenta del silencio, ante el cuchillo de mis dedos, que las letras guardan constantemente, para gritarme y reclamarme, sus ansias por dejarme sangrar.
Hoy me di cuenta que no me he dado cuenta de nada y que cada letra me sorprende constantemente justo cuando se descuelgan e intentan suicidarme.
Olvido
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