Una vez que la luz tocó mi rostro me di cuenta que acababa de soñar contigo…
Hoy me levante de mal humor, la sensación de sentirme desnudo, sin sentido, potencializó el ánimo matutino, las voces que corroían mis oídos y el reflejo de las siluetas, entre persiana y persiana, rasgaban mi piel constantemente. Por fin abrí los ojos, lentamente pude enfocar y reconocer cada imagen que ante ellos se presentaban y tuve unas infinitas ganas de cambiar de corazón…
… qué lástima que no tuve letras a la mano, porque simplemente, a veces no me gusta amanecer conmigo.
He recorrido cada espacio, y cada espacio es diferente a uno mismo, ante ello he decidido perderme entre la ira de las masas urbanas, a veces me he dejado ver por ojos en los que pude incrustarme y platiqué con bocas que hablarán con las manos; pasan constantemente y yo… aún no puedo abrir los ojos.
Me irrito, me enfado y encuentro cicatrices que a veces alejan de la verdad por más que ellas jueguen…entonces, decido quitarme un brazo, y la incertidumbre me embarga justo antes de ponerme el reloj. Dejo el brazo y me encomiendo al tiempo de la mano derecha, a pesar de que él casi siempre me abandonó.
Sigo en la movilidad antropológica, al tiempo que reviso que mi armado haya sido el correcto. Algo de mí tuve que haber olvidado en la casa, justo entre sábana y sudor, sólo que no recuerdo qué forma tenía.
Sigo intentado encontrar las letras y su forma correcta…